Franquismo, cambios sociales y demográficos

LOS CAMBIOS SOCIALES

La expansión económica de la década de 1960 estimuló el crecimiento demográfico y desencadenó los mayores movimientos migratorios de la España contemporánea. Paralelamente, la sociedad española modernizó sus hábitos sociales y culturales y avanzó hacia la denominada sociedad de consumo.

Los cambios demográficos

La mejora de las condiciones de vida provocó un aumento de la natalidad y una disminución de la mortalidad españolas, que produjeron un fuerte aumento demográfico (26.187.899 habitantes en 1940 y 34.041.531 en 1970). Las causas del incremento de la natalidad son varias y van desde la propaganda que hace el régimen, hasta la mejora en la alimentación, la higiene y los servicios sanitarios.   

Además, parte importante de la población emigró en busca de mejores expectativas de vida. Cerca de dos millones de españoles emigraron al extranjero (Alemania, Suiza, Francia...) y otra gran parte se desplazó de los núcleos rurales hacia las ciudades en busca de trabajo.

Ese inmenso éxodo rural afecto a cerca de cuatro millones de personas y significó la expansión de las grandes ciudades industriales (Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla, Bilbao...) y el despoblamiento de muchos núcleos rurales. La rapidez de la urbanización provocó un crecimiento caótico de las ciudades, con barrios faltos de la más elemental infraestructura (asfaltado, luz, alcantarillado...). Se calcula que en 1960 había un déficit de viviendas de un millón, lo que propició un movimiento especulativo en la construcción.

LA MODERNIZACIÓN DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA

La mejora en el nivel de vida.

Tras los años de posguerra en que la sociedad había mantenido formas muy tradicionales, en la década de 1960 se produjo un acelerado cambio social.

A lo largo de la década de 1960 se produjo una enorme transformación y modernización de la sociedad española. En primer lugar, la mecanización agrícola y la industrialización dieron lugar a un drástico descenso de la población agraria y aun notable crecimiento de la población agraria y a un notable crecimiento de la población urbana dedicada a la industria y a los servicios.

Aumentaron, asimismo, las clases medias (obreros especializados, profesionales liberales, trabajadores de la administración, la banca, los seguros...) frente al número de jornaleros o peones.

El aumento de la producción y de la renta propició, a su vez, que España entrase en la denominada sociedad de consumo, aunque no con la misma intensidad que otros países occidentales. No obstante la luz eléctrica llegaba ya a casi todo el país. Un gran parte de los hogares tenían teléfono y electrodomésticos como el frigorífico o la lavadora. Pero el símbolo de la época fue, sin duda, el Seat “600”, que permitió a las clases medias acceder al vehículo particular. A comienzo de los setenta el veraneo en las zonas playeras comenzaba a ser también corriente entre las clases medias.

Una sociedad más abierta.

La llegada del turismo, la apertura de fronteras y los viajes a otros países permitieron a los españoles tomar contacto con el exterior. Esta apertura de la sociedad comportó cambios en la mentalidad de los españoles. A este cambio contribuyó también el comienzo de las emisiones televisas en 1956, a pesar del control que el estado ejercía sobre ella a través de la censura. Se impusieron nuevos hábitos de relación social, las mujeres fueron incorporándose a la vida laboral fuera de casa y la Iglesia disminuyó su influencia social. La familia amplia de tradición rural se fue sustituyendo por la familia nuclear (padres e hijos) típica del mundo urbano e industrial.

La condición femenina también cambió sustancialmente. La mujer empezó a abandonar su papel tradicional de madre y esposa para incorporarse al mundo de los estudios y al trabajo remunerado, sobre todo en actividades administrativas y de servicios. De este modo, la reivindicación de los derechos de las mujeres dio lugar al surgimiento de un nuevo movimiento feminista, que alcanzaría su mayor desarrollo en las décadas siguientes.

La renovación de la Iglesia, que siguió al Concilio Vaticano II tuvo gran impacto en España e influyó decisivamente en un sector de la Iglesia española, que comenzó a distanciarse del régimen y a alinearse junto a sectores sociales que reclamaban su democratización. La mentalidad de las nuevas generaciones, que no habían vivido la guerra, cambió radicalmente y poco a poco se fue extendiendo un amplio movimiento social a favor de la democratización de la vida española.

Extensión de la enseñanza obligatoria y gratuita.

Igualmente, la nueva estructura social demandaba cambios en la educación. Se iniciaron reformas para introducir una educación más técnica y moderna, se extendió la escolaridad obligatoria desde los 6 a los 14 años (1964). Se aumentó, asimismo, el número de becas, de institutos y de universidades. La culminación de estos cambios educativos llegó con la Ley General de Educación de 1970, que convirtió en gratuita y general la enseñanza elemental. En consecuencia, el analfabetismo disminuyó de forma drástica hasta alcanzar los niveles de los países más avanzados a la vez que tenía lugar una progresiva democratización del sistema educativo con la incorporación de un buen número de familias obreras y de clase media.


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