El 12 de septiembre de 1923 tiene lugar el golpe de
Estado realizado por el Capitán General de Cataluña. La causa inmediata del
pronunciamiento de Miguel Primo de Rivera hay que buscarla en la falta de
iniciativa política para solucionar los problemas del país y poner fin a la inestabilidad.
Ante esta situación, Primo de Rivera se pronuncia con sus tropas tras consultar
a varios capitanes generales, que se muestran escépticos ante la viabilidad del
golpe. El rey, que está veraneando en San Sebastián, manda formar Gobierno a
Primo de Rivera el 14 de septiembre, con lo que se convierte en corresponsable
de la instauración en España de la dictadura. El pronunciamiento se produce con
escasa contestación de los medios económicos, políticos y sociales. El Gobierno
de García Prieto dimite por la negativa del rey a castigar a los militares
golpistas.
El Directorio
militar
Las primeras medidas del dictador se dirigen a
establecer un nuevo sistema de poder que permita la adopción de futuras políticas para la regeneración del país. Con este objetivo
crea un Directorio militar formado
por ocho generales y un
contraalmirante que se constituye como órgano asesor de Primo de
Rivera El Directorio militar se prolonga entre 1923 y 1925, y acomete una serie
de iniciativas sobre los problemas de España.
a) Libertades y
sistema de representación
La
dictadura supone una restricción general de las libertades políticas y de
prensa y la anulación del sistema de representación creado con la Constitución
de 1876. Suspende las garantías
constitucionales, declara el estado de guerra en todo el territorio, sustituye
a los gobernadores civiles por gobernadores militares, disuelve las
Diputaciones y suspende en sus funciones a todos los concejales de los
Ayuntamientos, disuelve el Congreso y la parte electiva del Senado, crea el
somatén, limita la libertad de prensa y establece una censura sobre las
publicaciones, clausura el Ateneo y destierra a Miguel de Unamuno, prohíbe
todas las manifestaciones del Primero de Mayo.
La
política centralista y la reformulación del patriotismo que lleva a cabo el
dictador entran en colisión con las aspiraciones de los nacionalistas. El
presidente de la Mancomunidad, Alfonso Sala, es destituido y se suprime
posteriormente esta institución. Al mismo tiempo se prohíbe la utilización del
catalán en público y en las iglesias, lo que origina la contestación de los
obispos catalanes. Asimismo, Primo de Rivera cierra el periódico de la LLiga,
La Veu de Catalunya, y prohíbe Els Segadors. Durante todo el periodo se
reprimieron las manifestaciones culturales y políticas del catalanismo, lo que
empujó a muchos regionalistas a apoyar a la República, bajo el liderazgo del
hasta entonces minoritario Estat Catalá de Françesc Maciá.
Desde la Dirección General de la Administración, José
Calvo Sotelo crea el Estatuto municipal y provincial, en los que se establece
una ampliación de competencias de los Ayuntamientos y de las Diputaciones para
la gestión de los servicios a la población.
Eliminada la actuación
de los partidos y suspendidas las Cortes, era necesario crear un instrumento
que sirviera a la vez para nutrir de cuadros locales y nacionales a la
Dictadura y para apoyar al nuevo régimen. Este será la Unión Patriótica que tiene
su origen en los círculos agrarios, surgidos tras el golpe, que se movilizan en
abril de 1924, tras una llamada del dictador para la constitución de comités
como plataformas políticas de apoyo a nuevo régimen. En julio de 1926 celebra
su primera asamblea, en la que se dota de una Jefatura Nacional (Primo de
Rivera) y de una Junta Directiva con funciones consultivas. A pesar del gran
número de afiliados, no puede ser considerada como un partido de masas
democrático, al no tener estructuras internas de participación y de control de
la dirección nacional.
El final de la guerra de Marruecos
El problema marroquí representaba uno de los
asuntos más espinosos tras el desastre de Annual. Además de la impopularidad
del conflicto, el propio ejército estaba dividido entre los abandonistas y los
africanistas – partidarios de seguir la lucha -. El propio dictador se había
pronunciado desde hacía tiempo en contra de continuar las operaciones en
Marruecos.
Pero la liquidación de la guerra se debió, en
especial, no tanto a la iniciativa de Primo de Rivera, sino a la del dirigente
rifeño Abd el-Krim, que cometió el error táctico de atacar también a los
franceses en 1925. Esto propició una contundente actuación militar conjunta
hispano-francesa en Alhucemas (algunos lo han calificado como precedente del
desembarco aliado en Normandia durante la II G.M.). Este hecho obligó a
rendirse a Abd el Krim, y facilitó el final de la guerra en 1927.
Éste fue sin duda el mayor éxito que se apuntó el dictador, ya que
satisfizo la demanda generalizada de acabar con la guerra, y elevó al mismo
tiempo el prestigio de los militares africanistas.
El Directorio civil
El 3 de diciembre de 1925, una vez realizada parte de la
tarea con la que se autojustificó el golpe y en medio de una gran popularidad por la marcha de los acontecimientos en Marruecos, Primo de Rivera establece
un Directorio civil con la intención
de institucionalizar el nuevo régimen,
a la vez que acomete iniciativas
importantes en el terreno económico
y laboral.
Ante la resistencia del monarca a la convocatoria de una
Asamblea Nacional Consultiva, en 1926, Primo de Rivera impone la celebración de
un plebiscito para que el rey a que acepte la citada convocatoria, que tiene
lugar en 1928, con la misión de elaborar una legislación para los nuevos
tiempos. Componen la Asamblea 400 miembros La principal misión de esta Asamblea
es la redacción de una nueva Constitución. Tras un largo año de trabajos, el
proyecto que se presentó en 1.929 no satisfizo a nadie. Organizaba un Estado
sin soberanía nacional ni división de poderes, con una única Cámara, la mitad
de cuyos miembros eran nombrados por la corona y en el que se otorgaba al rey
una enorme capacidad legislativa y ejecutiva, hasta el punto que el propio
Primo de Rivera se opuso al texto. Al final la Asamblea Nacional, como la Unión
Patriótica, resultaron ser un fracaso, pues ni obtuvieron respaldo popular, ni
eran una alternativa viable a la Dictadura.
El Directorio civil desarrolla gran parte de su gestión
en un periodo de crecimiento de la economía mundial, cuyo efecto más notable es
el aumento del comercio exterior. Uno de los rasgos característicos de la etapa
es la intervención del Estado en la economía favoreciendo la creación de
monopolios, como CAMPSA, lo que provoca enfrentamientos entre el dictador y la
compañía norteamericana Shell (anterior suministradora y distribuidora de
petróleo), y la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE), que en la
práctica queda en manos de capital norteamericano (Standard-ITT). Otro
mecanismo de intervención lo constituye la otorgación de subvenciones a compañías
navieras, como la Trasmediterránea de Juan March, y a compañías mineras del
norte del país. El Estado en empeña en realización de obras públicas. Se fundan
las Confederaciones Hidrográficas, que multiplican la producción de
electricidad y extienden los regadíos, y se financia un Plan de Firmes que
desarrolla 7.000 km. de carreteras.
Con cierta preocupación a causa de la Deuda pública
(sostenedora de las inversiones) y el déficit del Estado, Calvo Sotelo trata de
llevar a cabo una reforma fiscal progresiva, pero fracasa ante la oposición de
la oligarquía financiera y terrateniente.
La dictadura de Primo de Rivera pone en marcha una
política laboral que consigue el apoyo de una gran parte del socialismo
español, una vez desaparecida la figura de Pablo Iglesias, que fallece el 9 de
diciembre de 1925. Eduardo Aunós, ministro de Trabajo, crea el Consejo Nacional
de Trabajo en 1.924, y desarrolla una legislación de corte paternalista,
regulando las condiciones de la emigración estableciendo una dirección general
para la misma. A esta acción hay que añadir la aparición del Código de Trabajo
en 1.926, que regula los contratos, los tribunales laborales y los accidentes;
crea el seguro de maternidad y las ayudas a las familias numerosas, así como la
reglamentación del descanso dominical.
Pero su obra cumbre en el plano laboral es la fundación
de la Organización Corporativa del Trabajo en 1.926, formada por Comités
Paritarios de patronos y trabajadores, con igual número de miembros por ambas
partes, que regulan las condiciones salariales y laborales y se someten al
arbitraje de la autoridad gubernativa.
El fracaso que para la institucionalización del régimen
supone el rechazo a una nueva Constitución acelera la descomposición de la
dictadura, que a partir de 1928 sufre el acoso de varios movimientos situados a
su izquierda y, sobre todo, a su derecha.
Algunos de los
componentes de los partidos del turno se negaron a colaborar con Primo de
Rivera y exigieron a Alfonso XIII el establecimiento de la Constitución y la convocatoria
de elecciones. El PSOE y la UGT, tras negarse a participar en la Asamblea
Nacional y ante la crisis de la dictadura, modifican su posición con respecto a
ella. Desde junio de 1926, estos grupos estaban aglutinados en torno a Alianza
Republicana. Forman parte de esta alianza: Manuel Azaña, de Acción Republicana;
Marcelino Domingo y su Partido Republicano Catalán, y Alejandro Lerroux y el
Partido Republicano Radical. En el programa común se demanda la convocatoria de
Cortes constituyentes, una solución al problema de Marruecos, la ordenación
federativa del Estado, la supresión de foros y censos, la atención a la
enseñanza primaria y un plan mínimo de seguimiento de los problemas del
proletariado. Se adhieren a Alianza Republicana intelectuales como Unamuno,
Pérez de Ayala y Machado.
Los estudiantes, organizados en la Federación
Universitaria Española (FUE), y el claustro de la Universidad de Madrid
protagonizan una gran movilización en 1928. La protesta de estudiantes y profesores no
encuentra eco en el Gobierno. En marzo de 1929 se reabre el conflicto con la
detención en Madrid del líder estudiantil Antonio María Sbert. La movilización
de los estudiantes se extiende a otras universidades, como las de Sevilla,
Valencia y Granada, y se radicaliza con la quema de efigies del monarca y del
dictador. La protesta se amplia con la intervención en favor de los estudiantes
de profesores como Menéndez Pidal, Sánchez Albornoz, Jiménez de Asúa y García
Valdecasas. Como única respuesta, el Gobierno cierra la Universidad Central de
Madrid.
Estos factores
quebrantan la imagen de un régimen. La Corona, que teme ser arrastrada por la
oposición al dictador, acepta la dimisión de Primo de Rivera en enero de 1930,
exiliándose en París, donde murió pocas semanas más tarde.
El antiguo alto comisario de Marruecos, general Dámaso
Berenguer, es el elegido por el rey Alfonso XIII para conducir la transición
desde el régimen dictatorial a la normalidad constitucional de 1876. Los apoyos
al nuevo Gobierno son escasos a pesar de que Berenguer establece medidas para
diluir el sistema de poder de la dictadura.
Fruto de los contactos entre el viejo republicanismo y
los nuevos grupos conservadores que estiman necesaria la caída de la monarquía
es el Pacto de San Sebastián, firmado el 17 de agosto de 1930.
Este pacto supone la conjunción de esfuerzos entre
grupos que abarcan un amplia espectro político: el conservadurismo republicano
de Niceto Alcalá Zamora (Derecha Liberal Republicana), el regionalismo gallego
protagonizado por la Organización Republicana Gallega Autonomista (ORGA) de
Santiago Casares Quiroga, el catalanismo republicano de Estat Catalá y Acció
Catalana, el centro-izquierda de Manuel Azaña, el radicalismo de Alejandro
Lerroux y el federalismo de Marcelino Domingo. Asisten al encuentro, a titulo
personal, los dirigentes del PSOE Fernando de los Ríos e Indalecio Prieto.
En el acuerdo se establece la formación de un comité
ejecutivo y la estrategia para el advenimiento de la República, consistente en
la insurrección del ejército, la rebelión de Cataluña, que en el futuro debería
conseguir el estatuto de autonomía, y la movilización obrera. A partir de
entonces tiene lugar una campaña a favor del régimen republicano en la que
intervienen intelectuales como Ortega y Gasset, Marañón y Pérez de Ayala, y que
alcanza su máxima expresión en el mitin conjunto de los republicanos celebrado
en Madrid en septiembre de 1.930.
El comité pasa a denominarse Gobierno provisional de la
República. El comité establece el 15 de diciembre como fecha para la
insurrección, pero los capitanes Galán y García Hernández se adelantan a la
fecha prevista e inician el levantamiento en Jaca el 12 de diciembre. Proclaman la
República en la ciudad oscense y se dirigen hacia Huesca, pero las condiciones
climáticas adversas, la ausencia de otros insurrectos y la falta de munición
determinan la rendición de los dos capitanes, que son juzgados en consejo de
guerra sumarísimo y fusilados el domingo 14 de diciembre.
Mientras tanto, en Madrid, el general Mola, director
general de Seguridad, ordena la detención del Gobierno provisional y de
miembros destacados del republicanismo y del socialismo, entre los que se
encuentran Maura, Alcalá Zamora, Largo Caballero y Fernando de los Ríos. El
movimiento previsto para el día 15 se convierte en un fracaso en Madrid al no
movilizarse las organizaciones obreras y no entrar en la acción los militares
comprometidos, salvo el general Queipo de Llano y las unidades de aviación de
Ramón Franco y Baltasar Hidalgo de Cisneros sublevados en Cuatro Vientos, que,
viéndose aislados y hostigados por las tropas de Orgaz, deciden exiliarse en
Portugal.
Con
la proclamación del estado de guerra, la censura previa y parte del comité
revolucionario detenido, el movimiento se extingue en el resto del Estado, que
ha respondido parcialmente con la convocatoria de huelgas generales en
numerosas ciudades.
El Gobierno de Berenguer, cada día con menos fuerza y
falto de apoyos, no consigue concertar con la oposición el modelo de
elecciones. El 14 de enero de 1931, Alfonso XIII acepta la dimisión de
Berenguer y abre paso al último Gobierno de la monarquía, que, tras varias
ofertas a Santiago Alba, recae en el almirante Aznar. Las elecciones,
definidas finalmente como municipales, se convocan para el 12 de abril. En las capitales de provincia triunfan las
candidaturas republicanas, mientras que en el resto del país la mayoría de
concejales son monárquicos. Pero el triunfo republicano en las ciudades es
interpretado como el apoyo a la República por parte de los sectores más
dinámicos de la sociedad y donde el sufragio es más abierto u limpio.
El
día 13 se produce el contacto entre los representantes del último Gobierno
alfonsino y los miembros del Gobierno provisional. El monarca intenta mantener
la Corona. Finalmente, y después de que el
director de la Guardia Civil, el general Sanjurjo, apoye a las nuevas
autoridades, el rey decide salir de España desde el puerto de Cartagena. En
todas las capitales de provincia, las multitudes aclaman el nuevo régimen.
Eibar es la primera ciudad donde se proclama la República; en Cataluña, Maciá
declara la República catalana. En la Puerta del Sol de Madrid, los guardias
civiles rinden armas ante la entrada de Maura, Alcalá Zamora y Azaña, que, como
Gobierno provisional, proclaman la II República española en la tarde del 14 de
abril.
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