La etapa socialista (1982-1996)

La victoria electoral

En las elecciones de 1982, diez millones de votos otorgaron el poder al PSOE, que obtuvo la mayoría absoluta en el Congreso y en el Senado (PSOE: 48,11%; AP-PDP: 26,36%; UCD: 6,77%; PCE: 4,2%; CiU: 3,67%; CDS: 2,87%, PNV: 1,88% ....). La victoria socialista se debió a que la alternativa encabezada por Felipe González entusiasmó a un amplio sector del electorado. La idea de un cambio político y de reformas sociales se combinaron con una imagen de moderación que tranquilizaba a los poderes fácticos.

Estas elecciones supusieron un cambio sustancial respecto a las fuerzas políticas que habían protagonizado la transición. UCD fue progresivamente desapareciendo, mientras que el nuevo partido creado por Adolfo Suárez, el Centro Democrático y Social (CDS), no consiguió arraigar electoralmente.

El Partido Popular (la antigua Alianza Popular), liderada por José María Aznar desde 1990, se consolidó como la primera fuerza de la oposición. El PCE sufrió un notable descenso electoral y surgieron discrepancias internas, que culminaron con la creación, en 1996, de Izquierda Unida.

Los socialistas se mantuvieron en el poder durante cuatro legislaturas. Obtuvieron mayoría absoluta en tres elecciones consecutivas (1982, 1986 y 1989), y mayoría relativa en las de 1993, hecho que les forzó a establecer una serie de pactos de gobierno con los partidos nacionalistas.

Los gobiernos socialistas

Los gobiernos socialistas quisieron hacer frente a la crisis económica y prepararse para el ingreso de España en la Comunidad Europea. Con esta finalidad, establecieron una serie de medidas, cuyo resultado fue una notable disminución de la inflación y una modernización de la estructura económica. Sin embargo, a pesar de estas medidas no se consiguió disminuir demasiado el desempleo.

La reconversión industrial fue un proceso de adaptación de los sectores productivos a las exigencias del mercado internacional y del ingreso en la CEE, pero provocó la reducción del empleo, el cierre de empresas y conflictos laborales; con la contención salarial y la inestabilidad en el empleo dieron lugar a un enfrentamiento con los principales sindicatos (CCOO y UGT), que convocaron conjuntamente tres huelgas generales (1988, 1992, 1994).

La política reformista

Para reducir los efectos sociales de la crisis, el programa socialista inició una serie de reformas que suponían el incremento de los servicios públicos y el aumento de las prestaciones sociales (extensión de los servicios médicos a toda la población, ampliación del seguro de desempleo, creación del plan de empleo rural, se consolidó y garantizó el sistema público de pensiones (Pacto de Toledo). El objetivo último era avanzar hacia el Estado del bienestar.

También se desarrolló una política de obras públicas (plan de autovías, construcción del AVE, inversiones en la Exposición Universal de Sevilla y en los Juegos Olímpicos de Barcelona- 1992.)

En política interior se propició una reforma del ejército con la voluntad de alejar el peligro golpista. También se tomaron medidas contra el terrorismo, sobre todo de ETA, que se reflejó en la actuación policial, en la colaboración con Francia, y en los acuerdos con todas las fuerzas políticas para aislar a los violentos (Pactos de Ajuria Enea).

Una serie de leyes como la legalización del aborto, la ley de educación, que la extendía obligatoriamente hasta los 16 años (LOGSE), con la Ley de Reforma universitaria, se reconocía la autonomía de las universidades, y la autorización de las cadenas privadas de televisión, completaron el programa de reformas socialistas.

El 12 de junio de 1985 se firmó el Tratado de Adhesión a la Comunidad Europea, por el que España se convertía en miembro de pleno derecho. En 1986, y después de un referéndum, se decidió la permanencia definitiva en la OTAN, pero sin integrarse en su estructura militar.

La crisis y el relevo en el poder

A partir de 1991 el PSOE comenzó su retroceso electoral. El partido y el sindicato empezaron a divergir y dentro del partido surgieron disensiones entre los dos grandes líderes socialistas Felipe González y Alfonso Guerra. Esta última etapa socialista estuvo marcada por un gran desgaste del gobierno que se vio agravado por el estallido de una serie de escándalos políticos y económicos. Se dieron algunos casos de corrupción relacionados con el financiamiento irregular del partido (Filesa), con el tráfico de influencias (Juan Guerra) o con el enriquecimiento ilícito de algunas personas (Luis Roldán). También se descubrieron casos de complicidad de algunos cuerpos policiales con la guerra sucia protagonizada por le GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) contra ETA.

Ante la debilidad y el desprestigio del gobierno, la oposición encabezada por el Partido Popular ejerció una dura presión para forzar la dimisión de Felipe González. Falto de los apoyos necesarios, acorralados por los escándalos y ante la presión de la oposición y de los medios de comunicación, el gobierno convocó elecciones anticipadas el 3 de marzo de 1996.

La integración en la Comunidad Europea

Una vez normalizado el marco laboral y tomadas las primeras medidas contra la crisis, el objetivo se centró en reestructurar la economía española para hacer frente al gran reto de la integración en la Comunidad Europea (actualmente Unión Europea). La adecuación de nuestra economía a los criterios comunitarios exigió sustanciales transformaciones.

En primer lugar, en la década de 1980, se realizó una importante reconversión industrial para hacer frente a una situación de libre competencia con países, en su mayoría, con economías más potentes. Así, una serie de poderosos sectores industriales (naval, siderúrgico, textil, etc.) tuvieron que adaptarse a las nuevas condiciones del mercado internacional. La reconversión tuvo como consecuencia mejoras en la gestión, inversiones en tecnología y aumento de la cualificación profesional de los trabajadores. Ahora bien, también significó la concentración de empresas, el cierre de las no competitivas y, en general, el descenso del empleo y el aumento de la cifra de parados, que llegó a superar el 20%.

Para hacer competitiva la economía era imprescindible el descenso de la inflación y la disminución del déficit público. Para ello se tomaron diversas medidas entre las cuales las más importantes fueron la limitación del crecimiento de los salarios y el control del gasto público.

A pesar de las dificultades económicas, durante todos estos años se realizó un importante crecimiento del sector público (enseñanza, sanidad, Seguridad Social, infraestructuras...) que consolidó el Estado del Bienestar. El aumento del gasto público se sufragó, tras las reformas fiscales, mediante la generalización del pago de impuestos.

El nacimiento del euro

El Tratado de Maastricht de 1991, estableció la creación de una moneda única, el euro, para todos los países de la UE que cumplieran unas determinadas condiciones económicas (déficit público por debajo de un máximo, control de la inflación...). El gobierno español estableció un plan para cumplir estas condiciones y entrar en la unión monetaria con el primer grupo de países que establecieran la moneda única. Desde el 1 de enero de 2002, el euro sustituye a la peseta y desde el 1de marzo, la peseta dejó de circular, convirtiéndose el euro en la moneda única de los países de la Unión Europea, a excepción de Gran Bretaña, Dinamarca y Suecia.


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