La transición a la democracia

La primera etapa de la transición del franquismo a la democracia (1975–1978) abarcó desde la muerte de Franco hasta la promulgación de la Constitución y la segunda (1978–1982) se prolongó hasta la consolidación de la alternancia política, con el ascenso al gobierno del Partido Socialista Obrero Español.

El panorama político español de la década de 1970 presentaba tres alternativas:

1. Los que defendían la continuidad del régimen sin Franco.
2. Los que apostaban por una reforma de las instituciones franquistas que culminase en la democratización del sistema.
3. La oposición antifranquista se inclinaba por la ruptura con el pasado dictatorial y la construcción de un nuevo sistema político democrático.

El inmovilismo del gobierno de Arias Navarro

El 22 de noviembre de 1975, Juan Carlos de Borbón fue proclamado rey. Continuó al frente del gobierno Carlos Arias Navarro, quién incorporó a su gabinete a los reformistas Fraga Iribarne y José Maria de Areilza. De este primer gobierno de la monarquía se esperaba la aceleración de las reformas, que conducirían a la democratización del sistema político español. Pero el programa político de Arias apostaba por el continuismo franquista y su planteamiento reformista era del todo insuficiente

Movilizaciones populares

Para presionar a favor de una alternativa democrática, la oposición definió un programa común para todas las fuerzas antifranquistas. La Junta Democrática (PCE.....) y la Plataforma de Convergencia Democrática ( PSOE...) se unieron en la Coordinación Democrática (conocida popularmente como la Platajunta). Sus objetivos eran: iniciar un proceso constituyente, constituir un gobierno provisional, convocar elecciones generales, conseguir un sistema y libertades democráticas junto a amnistía para los presos políticos. Las movilizaciones del invierno de 1975-76 adquirieron una dimensión desconocida. En Cataluña y País Vasco se promovieron huelgas generales La situación se hizo explosiva en Euskadi. En Vitoria, una huelga general de la industria se prolongó durante dos meses. La dura represión y los continuos atentados de ETA agudizaron la tensión hasta que, el día 3 de marzo, cuando más de 5.000 obreros celebraban una asamblea en una iglesia de la ciudad, el nerviosismo de la policía terminó con un tiroteo contra los concentrados. Murieron 5 obreros y hubo un centenar de heridos. En los días siguientes, Vitoria fue un auténtico campo de batalla. En entierro de las víctimas fue acompañado por una impresionante y tensa manifestación.
            En este contexto se sitúan también el asesinato de estudiantes en manifestaciones y los sucesos de Montejurra (Navarra) donde se enfrentaron las facciones franquista y demócrata del carlismo.

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