El reinado de Isabel II. La oposición al liberalismo: carlismo y guerra civil. La cuestión foral.

Fernando VII solo tiene una hija de su matrimonio con María Cristina, lo que le lleva a que antes de que naciera dicha hija, publicara la Pragmática Sanción, eliminando la Ley Sálica y restablecer la línea sucesoria de las Partidas. Con esta publicación se asegura que su hija sea la sucesora del trono, pero para garantizarlo decide tomar ciertas medidas: poner ministros moderados, sustituyendo a los capitanes generales más intransigentes, abre Universidades y permite que los exiliados vuelvan al reino.

Muere el 1 de octubre de 1833 y después de dos días de su muerte, Don Carlos (hermano de Fernando VII) reivindica sus derechos dinásticos para subir al trono. Esto provocó que se formaran los dos bandos de la guerra:

ABSOLUTISTAS:

Por un lado estaban los absolutistas. El rey tenía el poder absoluto en el trono y al rededor de estos se agruparon movimientos tradicionalistas. Ej: En la zona de las vascongadas se organizaba el territorio en fueros, los cuales se otorgaron a los nobles en el momento de reconquista. Pero en dicho lugar el mantenimiento era alto y privilegiado, ya que los nobles que las gobernaban se unieron a Castilla. Los nobles vieron peligrar sus privilegios ante los liberales.

Estos movimientos tradicionalistas estaban unidos gracias a la religión y al odio del campo hacia la ciudad. Lo que les llevó a la defensa unitaria del trono y el altar (vascos con sus fueros), frente al centralismo de los liberales.

El bando carlista estaba formado por: parte de la nobleza, miembros ultraconservadores de la administración, el ejército, bajo clero, artesanado y campesinos.

LIBERALES:

Movimiento menos unitario pero unidos porque era la única oportunidad de los liberales para poder acabar con el absolutismo.

Cuando Maria Cristina aceptó a los liberales, estos comenzaron a realizar cambios políticos antes de iniciar la lucha contra los carlistas. Iniciaron un "arreglo constitucional", de signo conservador, el Estatuto Real de 1834 basado en la "Charte" francesa. Esto provocó la división de los liberales en progresistas y moderados, que formaron grupos en los que actuaban unidos para lanzar propuestas, pero sin una estrategia en común ni una línea de partido clara. Las diferencias entre los dos grupos era por la doctrina constitucional, su comportamiento social, por cómo llevar la guerra y con qué país aliarse para asegurarse la victoria en la guerra.

Los moderados eran: los terratenientes, aristócratas y funcionarios de carrera. Bajo un segundo término los abogados de estos y los periodistas afrancesados. Su doctrina política, defendía a la clase dominante, prescindiendo de los tradicionalismos.

Los progresistas defendían un europeismo, un ataque a la iglesia y un individualismo económico mucho más radical; derechos políticos y de propiedad concominantes; y ampliar el liberalismo más allá de las clases superiores respecto a la clase media. 
Para conseguir estos objetivos se intentó garantizar los avances conseguidos y la elección de los alcaldes por el pueblo. Sobretodo cuando María Cristina llamó a todos los alcaldes al gobierno y convirtió la Milicia Nacional en el cuerpo de defensa de los ayuntamientos. 
Sus logros se recogieron en la Constitución de 1837 pero nunca se publicó.

El conflicto: 

La primera guerra (1833 - 1840)

Las cosas iban bien para los carlistas ya que el gobierno liberal era débil y no actuaba contra ellos por varios motivos: el estado acababa de salir de una situación económica mala y el ejército estaba siendo reestructurado (con el objetivo de formar un ejército moderno).

Sin embargo, los carlistas no actuaron hasta 1835, a pesar de que formaron su propio estado dentro del estado con instituciones, impuestos y ejército propio. Pero la situación quedó en tablas ya que los liberales no estaban convencidos de aumentar el ejército para luchar contra el sistema de guerrillas de los carlistas. El cambio de la situación de los carlistas se debe a la perdida de Zumalacárregui en el intento de tomar Bilbao, que fue un fracaso.

La situación de equilibrio se rompió por primera vez tras la expedición del general Gómez que llegó a Andalucía; y por la Expedición Real de 1837 en el que los carlistas pasaron por Cataluña y Valencia sin oposición hasta que llegaron a Madrid y se asentaron. El ataque a Madrid se detuvo debido a que le prometieron a Carlos María Isidro que la princesa Isabel II se casaría con el hijo del líder carlista.

El cambio definitivo se produjo en 1838 que favoreció a los liberales. Las tropas liberales envían sus tropas dirigidas por el general Espartero contra los carlistas. El número inferior del ejército carlista más la caída de su sistema de recaudación de impuestos y abastecimiento, provocaron que en 1839 fuera el fin del carlismo. Se descompusieron todos los grupos carlistas (que se formaron alrededor de Carlos María Isidro) que buscaban la permanencia de las tradiciones. En 1838, Don Carlos otorgó al general Maroto el mando supremo de la región norte. Este general se encontró con la oposición de los clericales de la corte, lo que provocó que Maroto fusilara a Tejeiro (jefe eclesiastico) y de los generales navarros.

En esta situación, Maroto tuvo que acordar el Convenio de Vergara con Espartero (general liberal) en el cual, se comprometía a mantener los fueros y a incorporar al ejército liberal la tropa y generales carlistas. (no se cumplió el trato)

El resto del carlismo permanecía en Cataluña, Aragón y Levante, los cuales ganaron terreno aprovechando que los liberales estaban concentrados en el norte. La expansión fue dirigida bajo el mando de Cabrera y España. El general España fue asesinado por su propia tropa que fueron influenciados por mandos guerrilleros de la junta aristócrata, mientras que Cabrera huyó a Francia al enfermar en la toma de Morella por los liberales.

La guerra termina. Los carlistas todavía controlar algunos enclaves. Pero las siguientes guerras se realizarán con la finalidad de desintegrar internamente el sistema liberal.


La segunda guerra carlista (1846-1849 y 1860)

Todo comienza con la abdicación de Carlos María Isidro en su hijo el conde de Montemolín. Vuelve con fuerza el bandolerismo catalán debido al descontento ante las imposiciones del sistema liberal. Este hecho evidencia la imposibilidad del ejército de vencer a las guerrillas. El general Cabrera tuvo que recurrir a la represión para evitar la descomposición de las guerrillas, pero no tuvo éxito y la rebelión acabó consumiéndose sola.

En 1860 vuelven a realizar un pronunciamiento, aprovechando que las tropas estaban en Marruecos. El conde Montemolín (el rey) desembocó en Tarragona ayudado por el general Ortega (el cual era general del ejército liberal, pero un carlista en la sombra) para dirigir el ejército. Los soldados liberles se percataron de este intento, detuvieron a Ortega y al conde Montemolín, el cual renunció a la corona. El resultado fue la desaparición del carlismo para convertirse en un movimiento político dirigido por la viuda de Carlos María Isidro.


La tercera guerra carlista (1872 - 1876)

Cae la Monarquía de Isabel II en 1868 lo que provocó que los carlistas tuvieron un gran impulso como corriente política. Llegaron a ocupar 20 escaños en las elecciones de 1869, y los neoocatólicos se pasan al bando carlista. Los motivos de este impulso fueron: la pérdida del prestigio de la reina y los liberales-conservadores; además, el pretendiente carlista tenía posibilidades de ocupar el trono.

En 1872 inician un nuevo levantamiento armado. Fueron derrotados en Guipúzcoa, pero la guerra se mantuvo en Cataluña, Navarra y Vizcaya. No consiguieron ninguna conquista importante por lo que no recibieron ningún apoyo extranjero. Estaban condenados al fracaso y Carlos VII se marchó de España para siempre en 1876.

Consecuencias: derrota del tradicionalismo y absolutismo, el gran coste económico de las guerras y el prestigio que adquirieron los militares liberales que llegaron a tener un gran peso en la vida política.


Cuestión Foral (de los fueros)

Los territorios forales presentaban ciertas particularidades:

1.- Existía un sistema de gobierno autonómico en cada una de las provincias y del señorío de Vizcaya, compartido con el Corregidor y los demás representantes del Rey. Y en el caso de Vizcaya tenían el título de señores. En el País Vasco, el gobierno foral residía en las Juntas Generales, formados por miembros de las entidades municipales que se reunían cada dos años para tomar decisiones de carácter general y para elegir a los representantes de la Diputación provincial en cada uno de los territorios. Este régimen, aunque pretendía tener la apariencia de igualitario, no era así. Los señores controlaban las Juntas y eran elegidos para las Diputaciones ante toda la población.

2.- La justicia, estaba a cargo del Corregidor y la Diputación. Tenían sus propios jueces y tenían una instancia superior en la Chancilleria de Valladoliz, donde eran remitidos los cargos más importantes.

3.- Las provincias gozaban de libertad para librarse del régimen fiscal ordinario con respecto a la Corona de Castilla. Las Juntas imponían impuestos considerados oportunos y más baratos que en Castilla. La aduanas se rebajaron para que la importación de productos extranjeros fueran baratas.

4.- Los vascos solo eran obligados a participar en la vida militar si se comenzaba una guerra. En ese caso, formaban milicias forales que solo defendían su propia provincia foral.

Podemos deducir, que cada entidad histórico-jurídico del País Vasco, gozaba de su propio gobierno y de su propio fuero particular. No formaban ninguna unidad entre ellas.

El Reino de Navarra se diferenciaba del resto de los territorios peninsulares desde 1515, porque tenían sus propias características administrativas y de gobierno. Incluso tenían sus propias Cortes y se reunieron en todo el siglo XVIII y en 1828 y 29. Su gobierna era mucho más completo y fuerte que las vascas.

La cuestión foral implica a Navarra y al País Vasco, los cuales apoyaron al bando carlista durante toda la guerra. Al finalizar la primera guerra carlista se construye el Convenio de Vergara para proteger los privilegios forales. Pero no se llegó a cumplir el convenio ya que en 1841, se aprobaron leyes en los que Navarra perdía sus aduanas, sus privilegios fiscales, sus exenciones fiscales y sus propias instituciones de gobierno. Pero al menos consiguieron tener un sistema fiscal favorecedor,m solo tenían que pagar un cupo anual a la Hacienda Estatal.

En 1841, el Pais Vasco también se vio afectado. Perdieron sus privilegios forales y los "pase foral" (privilegio de las instituciones jurídicas y municipales sobre las órdenes del gobierno estatal. Aun así, conservaron la exclusión privilegiada, el servicio militar obligatorio. En 1846, se introdujeron los conciertos económicos para calcular la contribución anual de los ciudadanos vascos a los gastos generales del Estado. La cantidad total de la aportación era fijada y pactada por los representantes de cada provincia foral vasca y los del gobierno estatal.

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