Antecedentes
A mediados del siglo XIX, existía una fuerte unión sentimental con
Cuba, que es la primera colonia española en América (La Española). Por otro
lado, la isla presenta un interés económico como fuente de azúcar, tabaco y
café, y en ella han hecho carrera militares como Martínez Campos y fortuna
comerciantes como Güell, miembros del clan de los cubanos. La aristocracia
cubana se reparte la tierra y el poder.
En 1868, los autonomistas se sublevan con el Grito de Yara, dando
comienzo a la Guerra de los Diez Años, que concluye cuando en 1878 Martínez
Campos, enviado allí, logra el Convenio de Zanjón, por el que no se toman
represalias contra los sublevados y se acuerda una cierta autonomía en Cuba.
Algunos cubanos continúan luchando hasta 1879 (Guerra Chiquita), y finalmente
los dirigentes independentistas Martí, Maceo y Gómez se exilian.
Aparecen entonces en España tres tendencias para solucionar el
problema cubano. Los autonomistas (intelectuales, nacionalistas y liberales
progresistas) son partidarios de una cierta autonomía en Cuba. Los
independentistas (republicanos) defienden su emancipación. Los unionistas (conservadores
y liberales) argumentan la pertenencia innegociable de Cuba al territorio
español.
En 1886 se abole la esclavitud, para la indignación de las clases
altas cubanas, y en 1891 se impone un arancel que obstaculiza el comercio con
Estados Unidos (85% del comercio cubano). En 1892, José Martí funda el Partido
Revolucionario; en esta misma época, José Rizal lucha por la independencia de
Filipinas. Los independentistas exiliados en Estados Unidos logran una gran
influencia: Pulitzer (diario World) y Hearst (Journal) crean opinión pública en
su favor. En 1893, el ministro de Ultramar, Antonio Maura, presenta un proyecto
de autonomía para Cuba que es rechazado en las Cortes.
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