La etapa moderada.
Durante la minoría de edad de Isabel, María Cristina gobierna como
regente. Cea Bermúdez es elegido para gobernar, y se encargó de la defensa de
la religión y del mantenimiento de las
leyes fundamentales del reino (con el objetivo de debilitar los apoyos del carlismo)
Inicia una serie de reformas administrativas, (Ej: la división provincial en
1833 por Javier de Burgos). Pero es sustituido por la Regente al ser presionada
por los capitanes generales que estaban molestos por la exclusión de los
reformistas del gobierno que provocó la falta de apoyo para la guerra.
Ella nunca fue liberal, pero era necesario tener apoyos para la
guerra. En 1834, la obligaron a convocar a Martínez de la Rosa, liberal
moderado que ya había sido jefe de Gobierno durante el Trienio Constitucional.
El cual, convenció a la reina para ampliar la amnistía, aceptar la vuelta de los
liberales exiliados, la publicación de
un decreto de libertad de prensa limitada (aparecieron periódicos liberales) y el
restablecimiento de la Milicia Nacional para conseguir voluntarios para la
guerra.
Su moderación queda grabada en el Estatuto Real de 1834, con la
que sólo se regulaba la convocatoria de unas Cortes conservadoras y elitistas.
Se formó basándose en las Cortes Bicamerales donde una cámara, el Estamento de
Próceres estaba compuesto por la nobleza, el clero y la alta burguesía, y la
otra, el Estamento de Procuradores era elegida por sufragio censitario. Además,
la Corona se reservaba la capacidad legislativa y de veto, incluida la libre
convocatoria y disolución de las Cortes, dejando a estas sólo capacidades
consultivas y el derecho de petición.
En los debates parlamentarios se fijaron las dos ramas del
liberalismo: moderados (les gusta la actuación del gobierno y no quieren
cambios radicales) y progresistas (reformistas
y desean restaurar la Constitución de
1812)
El Gobierno moderado no fue capaz de dirigir el país debido a: la
falta de fondos que no dejaron realizar los cambios fiscales necesarios, los
errores tácticos en la guerra y las expediciones carlistas que provocaron una agitación
en las ciudades (Ej.: el asalto a los conventos de 1834, con el respaldo de los
frailes carlistas y la acusación de ser los que propagaron el cólera). Fue
creciendo el apoyo a los progresistas y en 1835 estalló una insurrección en la mayoría
de las ciudades, donde formaron Juntas. Esto obligó a la regente a sustituir a
Toreno y por un progresista como jefe del Gobierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario