El sexenio
absolutista
Aunque por el
Tratado de Valencia (diciembre de 1813) Napoleón devolvía la corona española a
Fernando VII, el rey sólo fue liberado y pudo regresar al país en marzo de
1814. Las Cortes habían dictado órdenes confidenciales con el fin de garantizar
su viaje directo a Madrid para jurar la Constitución, ante los indicios de que
pudiera negarse. Pero las instrucciones de las Cortes fueron desobedecidas.
Recibido con
entusiasmo por donde quiera que pasara, el rey pronto manifestó cuales eran sus
intenciones respecto a los cambios acaecidos en el país en su ausencia. Tras
ser recibido por el general Elío en Valencia, y con su apoyo, dicto un Real
Decreto por el que suprimía las Cortes, declaraba nula toda su actuación y
abolía la Constitución y toda la legislación emanada de las Cortes. En Madrid
el general Eguía tomo la sede de las Cortes y detuvo a los regentes, ministros
y diputados. El 10 de mayo el rey entraba en Madrid aclamado por la población.
El golpe de
Estado había sido posible gracias al apoyo de parte del ejército, y la nobleza
y el clero, que entregaron al rey en Valencia un documento conocido como el
Manifiesto de los Persas (que comenzaba: “Señor,
era costumbre entre los antiguos persas pasar cinco días de anarquía después
del fallecimiento de su rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos,
robos y otras desgracias, les obligase a ser más fieles a su sucesor...”),
elaborado por los diputados más reaccionarios en que se manifestaba su
ideología absolutista y se reclamaba la vuelta al antiguo régimen.
Las primeras
medidas de rey fueron la eliminación de la soberanía nacional y la Cortes.
También se derogó la constitución y la legislación ordinaria “como si no hubiesen pasado jamás tales actos
y se quitasen del medio del tiempo” decía el decreto. Se anularon las medidas desamortizadoras, los inicios de
reforma fiscal, y la libertad de imprenta. Se restituyeron los privilegios a la
nobleza y la iglesia, se restablecieron el tribunal de la Inquisición (que
todavía ajustició a su último condenado) y la Mesta y se permitió el retorno de
la compañía de Jesús.
Consecuencia
del golpe del estado fue la represión, procediéndose a detener y enjuiciar a
los afrancesados y liberales, acusándolos de traición y conspiración contra el
rey. Como los tribunales no pudieron concretar las acusaciones pues no estaban
establecidas como delito en el antiguo régimen, el propio rey dicto las sentencias de prisión, destierro y
confiscación de bienes para los ministros, militares y funcionarios que habían
colaborado con José I, y para los ministros, regentes o diputados liberales que
había logrado encarcelar. Otros muchos lograron huir del país.
Los gobiernos
de Fernando VII fueron de una continua inestabilidad política. Alrededor del
rey existía una camarilla de hombres de su confianza que impedían cualquier
reforma o cambio por pequeño que fuese para que el régimen pudiese sobrevivir.
El resultado fueron una serie de años caóticos, donde los problemas cada vez
más graves dieron al traste con el absolutismo.
El país estaba
arruinado tras 5 años de guerra, con un comercio colapsado por el hundimiento
de la producción industrial y la pérdida del mercado colonial. A esta situación
se unieron una serie de factores que agravaron la situación en el campo: la
restitución de las tierras a la nobleza, la Mesta, que obligo a dejar de
roturar tierras para convertirlas en pastos, el restablecimiento de los
derechos jurisdiccionales. Todo ello acarreo diversos movimientos de protesta
en el campo. Este descontento también afecto a las ciudades por la represión
política, el hundimiento económico y el paro creciente.
Una
institución en la que encontró oposición Fernando VII fue en el ejército, pues
no se recompensó el esfuerzo de la guerra, se negó a integrar a los jefes
guerrilleros en el ejército, se retrasó el pago de las soldadas y dentro del
ejército existía una oposición a ir a América para sofocar la rebelión
independentista.
Pero el
principal problema fue la quiebre financiera. Los gastos suponían una cantidad
mayor a los ingresos que el estado tenía, y la deuda era veinte veces superior
a los ingresos ordinarios anuales. A
esta situación de quiebra se unieron la destrucción provocada por la guerra y
los gastos para sofocar le levantamiento colonial. Los sucesivos ministros de
Hacienda intentaron la única solución posible, gravar la tierra con impuestos,
a lo que se opusieron nobleza y clero, exentos de pagar tributos, contando con
el apoyo del rey.
El movimiento
liberal clandestino poco a poco se fue organizando en contacto con los exiliados
y comenzaron las conspiraciones contra el Estado. Surgieron los círculos
revolucionarios y las sociedades secretas masónicas en las ciudades y dentro
del ejército, lo que propició sucesivos pronunciamientos (Espoz y Mina, Díez
Porlier, Lacy …), que acabaron en fracaso.
El Trienio Liberal
Uno de los
pronunciamientos lo encabezó el comandante Riego el 1 de enero de 1820, entre
las tropas acantonadas en Cabezas de San Juan para ser enviadas a América, que
pide la restauración de la Constitución de Cádiz. El comandante Riego al mando
de las tropas realizará una marcha por toda Andalucía proclamando la
Constitución, sin demasiados apoyos, pero cuando se iban a exiliar a Portugal,
un movimiento de sublevación en varias ciudades (La Coruña, Barcelona, Asturias,
…) sumado a movimientos campesinos por la mala situación económica atemorizaron
al gobierno y Fernando VII juró la Constitución el 7 de marzo.
Este periodo
se caracterizará por una inestabilidad gubernamental debida a diferentes
causas. La primera es la división entre los propios liberales, por una lado los
moderados o doceañistas, partidarios de un gobierno fuerte, doble cámara,
libertad de prensa limitada, sufragio censitario, y defensa de la propiedad y
el orden. Por otro lado están los exaltados, partidarios de cámara única,
sufragio universal, libertad de opinión, anticlericales y partidarios de una
política más revolucionaria.
Otro problema
fue la actitud del rey, que impidió el desarrollo de régimen liberal a través
del nombramiento de ministros absolutistas y el veto a determinadas leyes.
Además comenzó a pedir ayuda extranjera para la restauración absolutista.
Otra causa de
inestabilidad fue la presión de la calle manifestada en continuos
levantamientos, manifestaciones, algaradas, la exaltación de la prensa y
presión guerrillera, sobre todo en el norte.
No obstante
las Cortes en estos tres años realizaron una importante labor legislativa,
entra la que destacan la supresión de la
vinculación de la tierra, la desamortización de propios y baldíos de los
pueblos y eclesiástica, reducción del diezmo a la mitad, intento de solucionar
el problema de la Hacienda a través del establecimiento de una contribución
directa sobre la propiedad y una indirecta sobre los consumos, libertad de
contratación, explotación y comercialización de la producción agraria,
exigencia del clero de jurar la constitución, supresión de monacales (conventos
de menos de 8 miembros), supresión de la inquisición y la compañía de Jesús,
mejora de la policía y el ejército con medidas como el restablecimiento de la
Milicia Nacional, y una reforma educativa tratando de extender la educación y
organizándola en niveles.
El fracaso del
Trienio se debió a los sucesivos movimientos contrarrevolucionarios y la
intervención extranjera. El primer intento fue el golpe militar de la Guardia Real en 1822, propiciado por el
propio rey. Además las guerrillas absolutistas intentaron derribar al gobierno
liberal con acciones como la toma de Urgel y el establecimiento de una zona
liberada con una regencia absolutista. Pero el final sobrevino cuando las
potencias absolutistas de la santa Alianza, en el congreso de Verona de 1822,
tomaron la decisión de intervenir para acabar con el régimen liberal español.
Se encargó a Francia la misión de intervenir y el ejército francés (los
llamados Cien Mil Hijos de San Luís)
con el refuerzo de los realistas españoles, dirigido por el duque de Angulema
recorrió el territorio español sin apenas oposición y restauró el poder
absoluto de Fernando VII.
La Década Ominosa
Esta década
final del reinado de Fernando VII se caracteriza por le retorno al absolutismo, la represión
de los liberales, la inoperancia económica y las presiones de los más
reaccionarios ante cualquier signo de cambio, que acabaran cristalizando en el
carlismo.
Nada más
entrar las tropas francesas España se tomaron una serie de medidas: restitución
de los Ayuntamientos de 1820, revocación de todos los nombramientos y ascensos
civiles y militares producidos durante el Trienio, restauración de sistema
fiscal tradicional, restablecimiento del diezmo, anulación de las
desamortizaciones, anulación de toda la legislación del Trienio.
Además se
tomaron medidas pera reprimir a los liberales, procesando a todos los que
habían tenido cargos en el Trienio, se crearon las Juntas de Purificación,
encargadas de depurar a los funcionarios y profesores de tendencia liberal, las
Juntas de Fe, que censuraron y vigilaron las publicaciones y opiniones para
evitar la propaganda liberal y el Voluntariado Realista, formado por
partidarios del absolutismo que sustituyó a la Milicia Nacional que llevó la
represión a todo el país.
Pero la vuelta
a lo anterior era imposible y se debieron introducir cambios para que el
antiguo régimen pudiese subsistir. Se creó el Consejo de Ministros, se
introdujo el presupuesto como forma de acabar con la crisis de la Hacienda, se
mantuvo la abolición de la Inquisición y Fernando VII se rodeó de ministros
reformistas, moderando la represión. Esto acabó por organizar la oposición
realista en torno al hermano del rey el infante Don Carlos.
La crisis
económica seguía agravando la situación del país. En la agricultura los precios
seguían cayendo a pesar de prohibir la importación de grano, impedir la Mesta,
el cambio de presión fiscal y la falta de mercados. La industria era incapaz de
despegar, pues faltaban capitales que invirtieran, la inestabilidad política
era continua y el sistema fiscal no lo favorecía. Sólo la industria textil
catalana inicia un crecimiento aumentando sus exportaciones y avanzando en el
mercado nacional. El comercio se vio muy afectado por el hundimiento del
mercado colonial. Los ministros de Fernando VII intentaron una renovación legal
e institucional aprobando el Código de Comercio en 1829, y creando el Banco de
San Fernando y la Bolsa en 1831, pero la Hacienda seguía muy endeudada por la
imposibilidad de hacer tributar a los privilegiados, aunque se intentaron
soluciones como el control del gasto, la obligación de ajustarse a los
presupuestos o acudir en casos de incremento del gastos a los préstamos
exteriores.
El régimen se
vio enfrentado a los llamados relistas, partidarios del absolutismo que
pensaban que el rey era demasiado moderado. Poco a poco radicalizan sus
posturas en torno a don Carlos, que conspira contra la corona. De nuevo en el
norte se inician movimientos guerrilleros, como la revuelta de los Malcontents
en Cataluña que obligó al rey a dirigirse a Cataluña para sofocar la rebelión.
También los
liberales inician una serie de conspiraciones como las de Espoz y Mina en el
norte, la de Torrijos, apresado y ejecutado en Málaga, o el caso de Maria
Pineda.
La situación
que plantea la sucesión va a enfrentar definitivamente al rey con los
absolutistas. Fernando VII sólo tiene una hija de su matrimonio con María
Cristina, lo que le lleva a que, antes de nacer, para asegurar su sucesión,
publicar la Pragmática Sanción, que eliminada la Ley Sálica y restablecía la
línea sucesoria de las Partidas, favorable a la sucesión femenina, lo que lleva
a una serie de medidas con el fin de garantizar el trono de su hija, poniendo a
ministros más moderados, sustituyendo a los capitanes generales más
intransigentes, abriendo las Universidades y dando una amnistía general que
libera a los presos políticos y permite la vuelta de los exiliados. Pero su
muerte hace estallar la guerra civil.
La emancipación de América Latina
Las causas de
la independencia son varias:
La situación
internacional favorece la sublevación por el vacío de poder provocado por la
guerra de la independencia en España, unida a la negativa de las potencias de
la Santa Alianza a poyar a Fernando VII. Además la llamada doctrina Monroe
norteamericana supone de hecho una ayuda para la independencia, unida a la
conseguida de los ingleses.
La situación
social en América favorece la explosión independentista, pues mientras los
criollos, minoría de origen español, controlan las haciendas, plantaciones y
manufacturas, son los peninsulares los que controlan el poder político
(funcionarios) y comercial, por el monopolio. Mientras tanto la mayoría de la
población compuesta por indios, negros y mestizos trabaja el campo y las minas,
explotados por los dos grupos anteriores, aunque en un principio van a apoyar a
la metrópoli. En esta situación los
criollos rechazan la discriminación a la que piensan que les someta el gobierno
de España pues no pueden acceder a los cargos públicos y al comercio, lo que
les lleva a liderar los movimientos de independencia excepto en aquellos
lugares donde la explosión de movimientos sociales les lleve a temer una
subversión social. Los criollos van a romper lazos con España pero siguen
queriendo mantener la estructura social y económica, su objetivo será conseguir
el poder político. Aunque algunos de ellos están influenciados por la revolución
francesa o forman parte de sociedades secretas liberales como la masonería
(caso de Simón Bolívar), pero la mayoría estará en contra de la revolución
francesa por el miedo que tienen a principios como la libertad y la igualdad,
que suponen la abolición de los privilegios y la esclavitud.
El proceso de independencia
se desarrolla en dos etapas:
1- La etapa
que va desde 1808 a 1814, donde la guerra y la ausencia del rey propician la
aparición de Juntas que tienen como objetivo conservar los derechos de Fernando
VII y para evitar el vacío de poder apoyaran a la Junta Central. El cambio se
producirá cuando a partir de 1810 la caída de toda la Península en manos
francesas los criollos se hacen cargo de los asuntos y dejan de reconocer a la
Regencia, formándose juntas revolucionarias en diversas ciudades.
En esta
primera fase en Argentina un criollo, Liniers, organiza la defensa frente al
intento de invasión inglesa en 1808, mientras el virrey huye, y es nombrado
Capitán General. En 1810 hacen una declaración de independencia asumiendo el
cabildo la autoridad en nombre de Fernando VII. En Nueva Granada (Venezuela,
Colombia …), en Caracas también cabildo asume el poder sustituyendo al Capitán
General acusado de bonapartista y aquí también se declara la independencia en
1811 por necesidad ante la ausencia del rey. Pero la vuelta del rey en 1814
hace que España reaccione enviando un importante ejército al mando de Morillo
que consigue dominar los movimientos independentistas recuperando las ciudades
y apresando a los principales líderes.
Una situación
peculiar es la de México donde la explotación de indios y mestizos en las minas
produce un movimiento de revolución social. Miguel Hidalgo, párroco de Dolores,
es el primero que en 1810 dirige una sublevación contra el virrey apoyado por
los criollos. El movimiento se extiende y Miguel Hidalgo inicio reformas de
carácter social como la abolición de la esclavitud, la eliminación de los
tributos y del régimen de castas, tímido repartos de tierra y el fin de los
monopolios mineros. Los criollos se asustaron y apoyaron al ejército español
que capturó y ejecutó a Hidalgo. No obstante otro sacerdote, José María
Morelos, recogiendo la herencia de Hidalgo reanuda el movimiento campesino,
dándole un carácter más nacional y menos revolucionario. En 1813 convoca el
Congreso de Anahuac que declara la independencia, pero también Morelos será
capturado y ejecutado por el ejército español.
2- La segunda
etapa de 1814 a 1824, ve reiniciarse el movimiento independentista por la
restauración del absolutismo en España, favorecido por la incapacidad española
de enviar fuerzas a América debido a la quiebra financiera del Estado.
En Argentina
el Congreso de Tucumán de 1816 proclama la independencia sin resistencia
española, aunque no se unirán a dicha proclamación Uruguay y Paraguay por el
centralismo bonaerense. Pero en 1818 Artigas proclama la independencia de
Uruguay.
En el Congreso
de Angostura de 1819, ciudad conquista por Simón Bolívar, se proclama la
independencia de la Gran Colombia, compuesta por Venezuela, Colombia y Ecuador,
después de atraerse a los llaneros de Páez que se habían opuesto a la
independencia y a los criollos. Además Bolívar inicia la conquista del
territorio colombiano ocupando Bogotá tras la batalla de Boyacá (1819), a la
vez que se dota de una Constitución. La ocupación del territorio sigue con las
victorias en Carabobo (1821) que permiten la ocupación de Quito y Guayaquil.
En Perú se
encuentran las principales fuerzas militares españolas lo que permite que el
virrey Abascal en 1814 ocupe Chile, conquistando Santiago. Pero un ejército
argentino al mando de José de San Martín atraviesa los Andes y en colaboración
con Bernardo O`Higgins derrotan a las tropas españolas en las batallas de
Chacabuco (1817) y Maipú, proclamándose la independencia de Chile y
convirtiéndose O`Higgins en el primer presidente.
En 1820 San
Martín y Bolívar llegan a un acuerdo para ocupar el virreinato de Perú. Las
tropas de San Martín ocupan Lima en 1821, pero las fuerzas realistas del virrey
La Serna vuelven a tomar Lima. En 1824 Bolívar inicia la conquista de Perú
siendo derrotado La Serna en Ayacucho (1824) por el general Sucre
(lugarteniente de Bolívar), lo que pone fin a la ocupación española.
En México el
virrey Agustín de Itúrbide publica el Plan de Iguala (1821) por el que proclama
la independencia y recibiendo apoyo de
todo el virreinato. En poco tiempo se impone a las fuerzas realistas y en 1822
es proclamado emperador de México, siendo depuesto por el ejército que proclama
la república manteniendo la independencia.
En 1825 sólo
Cuba y Puerto Rico permanecen sometidas a la corona española.
Consecuencias de la independencia
La independencia de las colonias no solo acabó con
tres siglos de unión política entre la Península y América, sino que originó
profundas transformaciones a ambas orillas del Atlántico. Sin sus territorios
americanos, España quedó relegada definitivamente a un papel de potencia de
segundo orden y perdió un inmenso mercado y unos recursos, muy necesarios en un
momento en que otros países europeos comenzaban su industrialización. La guerra
y la inestabilidad política hicieron a los nuevos países americanos presa fácil
del neocolonialismo de EE.UU y Gran Bretaña.
Los problemas de las nuevas naciones americanas
La emancipación de las colonias y la creación de
repúblicas independientes no solucionaron todos los problemas existentes en la
América hispana :
1. En primer lugar, el sueño de los libertadores,
especialmente de Simón Bolívar, de conseguir una América unida, poderosa y
solidaria se mostró imposible. Los intereses de los caudillos locales, de las
burguesías comerciales y de los grandes terratenientes, que querían dominar y
explotar cada uno de sus territorios, condujeron a innumerables guerras y al
fraccionamiento del territorio en múltiples repúblicas. En este contexto, el
poder de los caudillos militares, el peso del ejército en la vida política y el
constante recurso a las armas se enquistaron en la sociedad hispanoamericana.
2. En segundo lugar, los criollos que habían dirigido
el movimiento de independencia abandonaron a su suerte a la gran mayoría de la
población india, negra o pobre, lo cual daría lugar a profundas convulsiones
sociales en los años venideros.
3. Por último, la independencia política no supuso la
independencia económica para el subcontinente. El dominio español fue
sustituido por la constante intromisión de Gran Bretaña y los Estados Unidos,
que fueron los primeros en reconocer a las nuevas naciones
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