Al-Ándalus: la crisis del siglo XI. Reinos de taifas e imperios norteafricanos.

La muerte de Almanzor en 1002, abrió en Al-Ándalus una larga etapa de fragmentación y disputa (fitna). En menos de treinta años nueve califas se sucedieron en el trono, finalmente el califato de Córdoba terminó por desaparecer en el año 1031. En su lugar surgió un mosaico de pequeños reinos, llamados de taifas, expresión que significa “banderías”. Dichos reinos se distribuyeron en tres grupos que fueron dominados por las diversas etnias andalusíes, árabes (Sevilla, Córdoba, Badajoz, Toledo y Zaragoza), bereberes (Málaga y Granada) y eslavos (Tortosa, Valencia, Játiva y Murcia), a la vez que fueron independizándose del poder central de Córdoba.
Estos pequeños reinos mostraron una debilidad militar y una inestabilidad política que les llevo a tener que pagar parias a los reinos cristianos a cambio de su protección. No obstante mantuvieron un importante desarrollo cultural, artístico y científico.
El avance cristiano que propicia la debilidad de los reinos de taifas hizo que dos pueblos norteafricanos invadiesen la Península, Almorávides y Almohades. El primeo de ellos fueron los Almorávides, a quienes solicitó ayuda el rey sevillano Al-Mutamid para frenar el avance cristiano que había logrado ocupar Toledo en 1.085. Los Almorávides desembarcaron en la Península y conquistaron todos los reinos de taifas reunificando Al-Ándalus. Su acogida fue excelente, sobre todo por parte de los líderes religiosos, pues eran un pueblo bereber que practicaba la yihad y una ortodoxia musulmana bastante estricta. En principio lograron detener el avance cristiano derrotándolos en la batallas de Sagrajas y Uclés, pero no impidieron la conquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador, ni lograron recuperar Toledo. Ello, unido a un rigorismo religioso incómodo para los habitantes andalusíes y a la presión fiscal provoco su desmoronamiento.
La caída de los Almorávides propicia una segunda etapa de subdivisión de Al-Ándalus en reinos de taifas, durante los años 1145 a 1147, pero pronto fueron ocupados por un nuevo invasor norteafricano, los Almohades. Los almohades eran un movimiento religioso más estricto que los Almorávides. Su llegada a la Península hace que, de nuevo, se unifiquen los reinos de taifas bajo su control, estableciendo la capital en Sevilla. Asimismo lograron algunos éxitos frente a los cristianos, a quienes vencieron en la batalla de Alarcos (1195). También lograron un desarrollo económico de Al-Ándalus, pero practicaron una ortodoxia religiosa que afecto a su desarrollo cultural, reprimiendo a algunos de los más importantes pensadores andalusíes, como el filósofo Averroes.

Los Almohades tampoco pudieron evitar el avance de los reinos cristianos y tras la victoria cristiana en la batalla de las Navas de Tolosa (1.212), aparecieron de nuevo algunos reinos de taifas (Murcia, Valencia, Niebla), que fueron fácilmente conquistados por los reinos cristianos durante el siglo XIII, a pesar de un nuevo intento de unificación por parte de los benimerines, derrotados por Alfonso XI en la batalla del Salado (1340). El avance reconquistador de dichos reinos restringe el territorio musulmán al reino nazarí de Granada que subsistirá durante dos siglos todavía como estado político independiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario