El 1 de abril de 1939 acabó la Guerra Civil Española con la victoria del bando sublevado dirigido por el general Franco, el cual sería jefe de Estado desde ese mismo año hasta 1975. La posguerra trajo un periodo de decadencia para España: infraestructuras destrozadas (causadas por los bombardeos) provocó una disminución demográfica, exilio de parte de la población, disminución de la capacidad productiva, hambre y miseria se convirtieron en la vida cotidiana de la población…
El régimen franquista instauró a comienzos del siglo XX una solución a la penuria económica, marcada por el modelo creado en la Italia de Mussolini y que también se consolidó en la Alemania nazi: la autarquía, una política económica que busca la autosuficiencia económica de un país a partir de la intervención del Estado y contando solamente con los propios recursos.
El régimen provocó que el sistema intervencionista y proteccionista se extendiera por toda la economía nacional. El Estado dirigía toda la economía del país: fijó los precios agrícolas y obligó a los campesinos a entregar los excedentes de sus cosechas, reguló los salarios, los precios, la producción agrícola, el comercio con otros países… Se crearon empresas estatales (Endesa, Seat, Enasa…) las cuales se ubicaron dentro del holding del Estado: Instituto Nacional de Industria (INI) conocido actualmente como sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI).
La situación se vio agravada por la coyuntura internacional siendo España aislada del Plan Marshall (plan de recuperación de las economías de Europa Occidental arruinadas por la guerra) A demás, los años de la posguerra marcaron una tremenda regresión en el terreno económico. El hundimiento de la producción agrícola e industrial fue acompañado de una vuelta atrás histórica: el sector primario volvió a superar el 50 por ciento de la renta nacional (la mitad de la población activa estaba empleada en la agricultura y solo un 18% en la industria). Se contaba con un mercado doméstico pobre y relativamente pequeño, la energía y las materias primas escaseaban y las infraestructuras de las comunicaciones eran muy deficientes. El mercado negro, el estraperlo, y la corrupción generalizada se apoderaron de la economía del país.
Todo esto hizo imposible el desarrollo autárquico y provocó que los inicios de los años cincuenta se produjera un giro en la política económica.
La liberalización parcial de precios, del comercio y de la circulación de mercancías, unido al fin al racionamiento de alimentos (en 1952); trajeron cierta expansión económica. Finalmente, en 1954 se superó la renta por habitante de 1935. Se ponía fin a veinte años perdidos en el desarrollo económico español.
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